Lo que no se dice, lo que no se ve, nunca paso

Lo que no se dice, lo que no se ve, nunca paso

La historia de una familia del barrio Nuevo Amanecer del municipio de Montero, refleja la tragedia de muchas madres y padres quienes se debaten entre acatar las medidas sanitarias para evitar el contagio del covid 19, o salir de la casa a hurtadillas para conseguir algo que distraiga el hambre de la prole. Esta familia tenía 7 hijos, ahora 6; una de las niñas está siendo llevada al cementerio, decidió dejar de sentir hambre, después de pelear el disfrute de una caña de azúcar con un hermanito mayor, se quitó la vida.

La madre comentó a sus vecinos que hacía días que no comían, con la pandemia en marcha y las políticas públicas que nunca llegan a tiempo, o si llegan son insuficientes, la familia dependía de la solidaridad de las y los vecinos y no es que los vecinos tengan comodidades y recursos, también son pobres, pero conocen el dolor del hambre, practican la solidaridad, cada quien se imagina en la situación del otro, saben que antes de la pandemia, llenar la canasta de alimentos era tarea que requería el concurso de toda la familia; hoy, obedecen en silencio las medidas de seguridad sin posibilidades de conseguir el pan y la leche diaria. La mayoría de la población en los barrios no cuenta con un salario (ingreso) seguro, trabaja en la economía informal sin beneficio alguno, depende de una renta diaria.

La crisis del covid 19 está demostrando los efectos de las desigualdades sociales y económicas en la vida de las personas y su funcionalidad con los intereses de los grandes supermercados que aunque “están” en cuarentena, nunca cierran, ahogando a los pequeños productores y beneficiando la concentración de las riquezas, en pocas manos.

En esta Bolivia, país de pobres, existan fortunas y “afortunados” quienes en menos de lo que canta un gallo, se hacen millonarios, recuérdese la Empresa Nacional de Telecomunicaciones ENTEL, fuente inagotable de malos manejos y mecanismo de enriquecimiento de los funcionarios de turno, en Santa Cruz la Cooperativa de Teléfonos COTAS, CRE, podríamos hacer una larga lista, no es el caso, lo que se pretende es mostrar las dos caras de un medalla que contrastan entre un 30 % de la población, la cual tranquilamente disfruta de su casa y de su familia, mientras el otro 70 % sabe que quedarse en la casa no es la solución, al menos para ellxs.

La Plataforma de Justicia Fiscal de Santa Cruz, hace tiempo atrás, solicitó al gobierno adoptar medidas fiscales que cierren las brechas sociales, argumentando que no se puede homogeneizar a la gente con una política pública, la cual no discrimina entre gente “rica” y gente “en extrema pobreza” las medidas fiscales de los gobiernos nunca fueron (son) neutras, tienen muchas deudas pendientes, el índice de la mortalidad infantil, el cual se incrementará con la muerte de esta niña de Montero, la negación al derecho a la salud, la burla de las autoridades municipales que envían comidas agusanadas al personal médico y paramédico, la mortalidad materna por abortos inseguros, la desocupación, la violencia en razón del género, y un largo etcétera.

De la misma forma, no se puede homogeneizar a las poblaciones con una medida de prevención sanitaria sin reconocer las profundas brechas económicas y sociales que separan a la gente, no es una negativa a cumplir las medidas de prevención de la salud, es la necesidad de contar con una política amplia, flexible basada en el enfoque de los derechos humanos que respete las diferencias y con un criterio de equidad, adopte medidas en sintonía con la realidad, de lo contrario la gente morirá no de coronavirus, sino de coronahambre.